a las miradas que ya no están
como un lienzo en el jardín,
en este atardecer de otoño
un viento sutil hace bailar
las ramas de los árboles,
removiendo rutinas y soledades.
Si pudiera,
si sólo pudiera por un instante
parar el tiempo entre mis manos,
abrazaría con fuerza
el recuerdo de aquel refugio de miradas.
Sí, lo se
abro tu puerta
y ya no hay nadie.
©AnaAgudo
Todos los derechos reservados
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