Ya siempre la sed
de las palabras repetidas,
las calles vacías de ellos
a la hora de comer,
la luz apagada de las miradas
y el tacto seco de un abrazo,
en aquellos espacios pequeños
iluminados por la vida entonces,
muertos ahora de soledad.
Desde lejos se observan
los fríos ojos del olvido,
oscura su mirada,
mientras balancea
la marioneta de otra historia,
otra historia, otra vida.
(A.A.M.) © 2013